Curioso el rechazo que el independentismo ha despertado en mi. Rechazo visceral a todo lo amarillo, a toda la manipulación interesada de la elite política y económica en el poder, en el govern.
Siempre he amado la lengua, el territorio, por cercano, por familia.
Soy de un pueblo de frontera donde la lengua era el catalan de la zona.
Barcelona refugio de mi família republicana durante la Guerra Civil. Una parte se quedó.
Vacaciones de lujo ir a visitar la família.
El barrio de Sants, la calle Badal, el mercado, su mercado, los olores, el gentío, la animación. La lecheria, bajar a comprar nata y comertela con azucar. Que sabores, que recuerdos, la madalena de Proust, vamos.
La recogida de basuras, la trompetilla, el carro tirado por el caballo que iba haciendo sus cositas tan feliz a medida que iba cargándose el carro.
El tranvia, el Tibidabo, las golondrinas, el rompeolas, su bar en la zona límite, los mejllones sin limpiar al vapor, el cine especial del Paralelo, La conquista del oeste. Pues eso, la madalena.
El mar menos. en aquella época se vivia de espaldas al mar y la Barceloneta lejana.
Te lo encontrabas despues de atravesar una barrera, un entramado de chiringuitos.
Pero amor por todo lo que representaba y, ahora, rechazo, desdén, a veces vergüenza.
Curiosa una republica, una revolución de burgueses para apropiarse totalmente del dinero del pueblo.
Republica basada en el desprecio a la clase obrera, de l@s trabajador@s honest@s y crític@s, que no bajan la cabeza y obedecen como rebaño.
Con el rollo de creerse lo que no son ni de lejos, llegan demasiado lejos.
JAVIER CERCAS EN MÁS DE UNO
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