Hacía mucho tiempo desde mi última visita a Pompeya. La ampliación y remodelación del Museo Nacional de Nápoles, ha sido una excusa perfecta para volver.
Curioso como en Europa, más concretamente en Italia, las diferencias entre el norte y el sur también existen. Nápoles, pienso que con el dinero del fondo de desarrollo de la unión europea, debería, a estas alturas, haber mejorado y renovado su centro histórico, sus monumentos, su arquitectura, lo está haciendo, cierto, pero la sensación de suciedad y a veces de abandono aún está por todas partes. Da la sensación de que el dinero que, supongo que llega, se va por algún agujero negro. Trenes sin aire acondicionado, autobuses tampoco, será que son muy responsables con el medio ambiente.
La gente amable a veces, agresiva cuando conduce, o no sabría que decir, porque hemos alquilado un coche y los pasos de peatones, los semáforos a veces, los ceda el paso, la verdad, no sirven para nada, y ojo que dudes o vayas lenta, te hacen una demostración de sangre napolitana que te quedas con la boca abierta. Acelerando y arrimándose como un toro rabioso.
He tenido como una sensación extraña, como si para según que aspectos el tiempo no hubiese pasado y todo siguiese como antaño. En fin, un viaje espectacular, las ruinas de Paestum, Herculano, Pompeya y los frescos del museo fantásticos. La costa amalfitana digna de visitar a pesar de las escaleras y las curvas, el remate Capri.
La verdad, para un abrir de boca, no me puedo quejar.
De todas formas me quedo reflexionando sobre todos estos aspectos de la vida cotidiana que sorprenden.
Lo mejor, ver en vivo y en directo la Villa de los Misterios.
