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Hemos aprovechado unos días de vacaciones para huir de la vorágine y la "barbarie" que supone la verbena de San Juan en Catalunya, cohetes, petardos, animados e inanimados. Hemos optado por la Rioja, ya que hacía muchos años desde nuestra última visita. Ciertamente se ve espectacular, verde, cuidada y ahora con el "entre copas" más de moda que nunca. Un pueblecito pequeño, tranquilo, al lado del Ebro, río de mi infancia y mi juventud, también el Segre.
Empezamos con caminata a pie a primera hora de la mañana por un trozo de camino de Santiago, a orillas del río Ebro. A partir de las 12 ruta y comida. Como era obligado Laguardia, bodegas Ysios diseño arquitectónico de Calatrava y después de comer El Ciego. Hemos visitado Ysios(Calatrava), hemos entrado en las bodegas restaurante, la pequeña tiendecita, perfecto, de vuelta tocaba pasar por El Ciego y vaya...vaya... lo más semejante a una fortaleza con cámaras de vigilancia por todos los lados, vigilantes que te barraban el paso y si no eras cliente del hotel, o tenías reserva en el restaurant, tenías que dar media vuelta, eso sí, podías pagar una visita guiada, a mi marido le ha parecido inadmisible, yo hubiera pagado por ver semejante belleza arquitectónica de cerca pero, en fin, razón no le faltaba. El entorno era opresivo.
No voy a comprar vino del Marqués de Riscal haciendo un juego de palabras tonto, ni harta vino.
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