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La liberalización de todas las actividades públicas han llevado a las sociedades del bienestar a una situación que nos retrotrae al pasado. Sin que nadie se diese cuenta, se pasó de instituciones al servicio de la ciudadania, en instituciones opacas, con gran secretismo y oscurantismo en sus decisiones. Poco a poco hombres y mujeres de los diferentes países, sin apenas darse cuenta, se iban convirtiendo en una sociedad caótica, sin trabajo, con una gran represión policial, sin infraestructuras, sin sanidad, sin escuelas o con 50 o 100 alumnos o más por aula, si así se podían llamar, sin atención médica, o muy precaria. El desarrollo y el trabajo se ha ido al norte de África, a China, o a la India. Como en la antigua Roma, poco a poco los edificios se fueron deteriorando y la población ha sido pasto de malnutrición, enfermedades,epidemias, muertes. El abandono de las ciudades las convierte en fantasmas y peligrosas. Mujeres violadas, maltratadas, esclavizadas. La población que queda se repliega a zonas apartadas, escondidas, se han olvidado los conocimientos adquiridos, las mejoras materiales de etapas anteriores, la técnica, todo se vuelve rudimentario. Poco a poco el conocimiento se basará en la observación del entorno y el aprovechamiento de los recursos naturales. Los antiguos privilegiados se habrán atrincherado en unas zonas geográficamente protegidas y se dedicaban a saquear, con los secuaces sin escrúpulos de siempre, los escasos alimentos conseguidos por las pequeñas comunidades dispersas. El caos y la desolación se ha apoderado de lo que fue un territorio "desarrollado y avanzado". Y nadie puede explicar como pasó.
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