Cardell y Winge los protagonistas principales, al principio, se te hacen desagradables pero, poco a poco, ves que son demasiado corazón, demasiada honestidad y esto, parece, es lo que más abomina, esta, nuestra "humanidad".
De la pobreza, de la miseria extrema que el autor describe hasta hacer sentir la naúsea y que ha acompañado al "pueblo" en todos los lugares y tiempos es algo que conocemos hasta la saciedad, pero, una imagen me afectó especialmente, -curioso el imaginario de cada persona- y produjo un repelus, un escalofrio de rechazo instantaneo en todo mi cuerpo.
Me encanta la sensación de sábanas limpias, el ritual, trabajo, de cambiar las sabanas se convierte en un placer cuando tu/mi cuerpo se sumerge entre ellas, un placer increiblemente intenso a la vez que efímero y, leer/ver que las mujeres, al hacer la colada, sumergian, remojaban primero la ropa en aguas residuales antes de lavarlas en aguas más "claras" se supone, noqueo sensorialmente mi placer de sabanas limpias.
Comentario superficial, a media que la lectura avanza una nube negra, una angustia profunda se va apoderando, en este caso de la lectora.
La historia de la humanidad, la historia del sufrimiento de hombres y mujeres bajo las garras del egoismo, de la ambición, de la crueldad de unos pocos que se apoderan de todo.
La inhumanidad de la humanidad.
Frente nos encontramos al resto de la gente, la mayoria, que comparte esta inhumana humanidad queriendo ser lo que los otr@s son a pesar del desprecio, ignorancia, vejaciones, miseria a que son sometidos.
Quieren verse/reproducirse en la misma imagen de los que los desprecian.
Un mundo mejor, más justo, más solidario, el sueño de la razón produce monstruos.
Pobreza y riqueza, sólo maquillan nuestra verdadera naturaleza.
Mujeres, hombres, siempre capaces de lo mejor y de lo peor, para que vamos a engañarnos.
Mientras espero el segundo 1794(préstamo biblioteca), Haru de Flavia Company el contraste.
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