Pero a una mujer que habla abiertamente de feminismo, de abusos de todo tipo, de violaciones, de feminicidios que, tristemente, conforman nuestra realidad, se la odia, se la ridiculiza, se la ningunea, se la insulta y para más inri, todo el mundo feliz.
Ya he opinado en varias ocasiones sobre la Ley y ahora no lo creo necesario.
No nos da vergüenza, a las mujeres no patriarcales, qué esto esté pasando. Que no hagamos un manifiesto en defensa de la dignidad de esta mujer, a pesar de que haya entrado en el agujero negro que es la política androcéntrica, neoliberal y corrupta, y de la que nada bueno se puede esperar, dado que es porquería.
La guinda del pastel.
Son más de la misma eme y no habían venido para quedarse
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