El miércoles ingresaba un familiar en el Hospital "Germans Tries i Pujol", cuando llegamos nos dijeron que deberíamos esperar en la sala hasta que desocupasen la cama. La sala estaba llena de hombres(entre 10,12, 14...). Unos elegantemente vestidos, abrigos azules largos, chaquetas y corbata de seda, otros pantalones normales y cazadoras o chaquetas más bien de poca calidad. Tuvimos que esperar a que se desocupara la cama, eramos tres o cuatro los pacientes que esperábamos. Nos enteramos, lógico, de la conversación que entablaron entre ellos. Eran dos familias de etnia gitana, dos mujeres mayores muy delicadas, estaban ingresadas, una parte venía de Zamora, ya que era donde procedía una de las gitanas. Aunque desde algún tiempo estaba viviendo en el barrio San Roque con una de sus hijas, en Badalona. La otra eran una família de gitanos húngaros, que vivían en Francia, pero de origen español, estaban viviendo con unos familiares en Tordera. La abuela, decían procedía de Sevilla. Estos últimos, correctos, educados, respetuosos. Entre ellos empezaron una conversación sobre las abuelas, madres, esposas, hijas, mujeres, ingresadas. Cada uno explicaba su procedencia, tenían conocidos comunes. Los húngaros, comentaban que estaban en Tordera y que viajaban en caravanas. Uno de los gitanos españoles, se interesó por las caravanas, ya que estaba buscando una, quería comprar una. Entraron en tratos y quedarón en verse al día siguiente para ir a verla y llegar a un acuerdo. Era pastor del "culto" y estaba interesado en desplazarse por España para predicar el evangelio.Otro hombre del grupo de los húngaros también se reconoció como pastor. En un momento concreto comentaron las dificultades para moverse por España, en Francia comentaron, en todos los pueblos había unas carpas con todos los servicios necesarios donde podían asentarse temporalmente sin que se produjeran sentimientos de rechazo. En España, comentaron, están todavía muy atrasados. Eramos, somos, un país atrasado. Mi abuela siempre explicaba que cuando iban en carromatos y se paraban en las afueras de un pueblo siempre llegaba la pareja con cuernos, y a la olla en la que estaba haciendo la comida, le daba una patada y lo tiraba todo por el suelo. Eran malos, eh!
Nos llamaron, ya teníamos la cama preparada. Yo volví a casa, la operación se llevaría a cabo al día siguiente a las 8 de la mañana.
Cuando volví por la mañana, apenas estuve en la planta ya que esperé en la zona de quirófanos. Hasta casi las 15h no lo devolvieron a la habitación. Había mucho trasiego de grupos de hombres y mujeres, llegarona a ser hasta 20 persona, ocupando la sala de espera. Niños pequeños, gritando llorando, toda la noche, hasta que a eso de las 12h. se empezó a oir unos gritos desgarrados, pero que parecían algo artificiales, una de las mujeres gitanas había muerto. Me quedé paralizada cuando durante cerca de 2h., los enferm@s de la planta tuvieron que soportar los gritos, y los llantos de plañideras durante todo este tiempo. Nadie les dijo, nada, nadie se atrevió a pedirles respetar el descando de los enfermos.
En la sala, los hombrea, sobretodo los más jóvenes, comían, bebían, y lo tiraban todo por el suelo. Además fumaban en la zona de los ascensores, ni tan siquiera en la escalera de incendios, una de las enfermeras les pidió que a fumar se fueran a la sala de estar, ironías de la vida, por todo el hospital carteles de prohibido fumar bajo multa de 600€, ellos fumando en el hospital tan frescos y sin que nadie se atreviese a decirles nada. Al día siguiente la sala era un estercolero donde nadie se atrevió a entrar, las mujeres de la limpieza, no salían de su asombro. Se quedaron todos hasta las ocho de la mañana velando la muerta, el tanatorio estaba cerrado. Al comentarselo a un amiga, me dijo que también había vivido una experiencia parecida. Su padre coincidió con un hombre de etnia gitana que fumaba en la HABITACIÓN, la solución dejarlo sólo en la habitación, que haga lo que le salga de donde sea, el payo a otra habitación compartida. La administración se ve totalmente impotente por el discurso hipócrita que algun@s defienden.
Lo único que me devolvió la confianza de que no todo estaba perdido fue la manifestación de uno de los hombres no ricos del grupo. Criticaba de forma contundente la hipocresía y la falsedad en la que estaba basado el poder y el dominio de los pastores del culto. Mentiras, todo mentiras, no me canso de repetirles a mis hijos que antes cualquier otra iglesia que a la del culto, comentaba. También, el comportamiento correctísimo del grupo húngaro.
La verdad después de haber huido de La Mina, por la impotencia que me invadía, lo ocurrido me ratificó en mi decisión.
Es triste pero es así, no creo que está forma de actuar pueda ser justificada por ningún tipo de ensayo antropológico universitario.